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Historia de la sexología y la andrología

Historia de la sexología y la andrología

“Cuando el miembro no se excita y no consigue realizar el coito

es señal de frigidez de la naturaleza,

pero cuando excitado no consigue tornarse erecto

entonces es señal de brujería”

Malleus Malleficarum, 1497 DC

Sexología – Es el estudio de la sexualidad humana.

Andrología – Es la rama de la medicina encargada del estudio y tratamiento de la problemática específica del sexo masculino (nuestra especialidad).

A modo de prólogo

Si alguien piensa que la historia de la medicina es la de un grupo de gentilhombres inspirados en sublimes y desinteresados ideales, en pos del beneficio del prójimo, le decimos que en realidad no es muy diferente a la historia de la humanidad, por momentos una sucesión caótica de hechos incomprensibles en aras de poder o el crédito personal, con destaque para grandes avances como la rueda y la electrónica alternando con irracionales carnicerías como las guerras mundiales.

En este contexto, obviamente, la historia de la especialidad no es por momento más que una serie de falsedades, a veces fruto de la ignorancia, a veces simples mentiras intentando arrimar incautos y desesperados pacientes a los sanadores de las distintas épocas, que a veces en su afán de mejorar sus resultados realizaban observaciones importantes.

Pero además, en un campo tan sensible como el nuestro, toda la temática se halló desde los albores inmersa en una maraña por momentos indescifrable de temor, vergüenza, pudor, machismo y diferentes intereses, terreno fértil para que los primeros pacientes murieran con sus problemas y la Iglesia ayudara a cubrirlo todo con un manto de silencio o peor, emprendiendo cruzadas contra todo tema que atentara contra sus intereses dogmáticos, a veces comprensibles, a veces absolutamente incomprensibles desde el punto de vista científico y del sentido común. Basta recordar su posición actual sobre el preservativo, el control de la natalidad (anticoncepción, aborto, etc.), la homosexualidad, la masturbación, etc.

En este contexto no es difícil imaginar que nuestros ancestros pensaran que la erección era producida por la entrada de aire al pene, “el aliento vital”, que la impotencia podía ser a causa de brujería, que dentro de los tratamientos se llegaran a realizar vasectomías o aplicar ventosas, o que el descubridor de la circulación pulmonar, Miguel Servet fuera quemado vivo en la hoguera por Juan Calvino por su descubrimiento.

Ya Galileo Galilei tuvo mejor suerte, luego de ser condenado por la inquisición a prisión perpetua se le conmuto a arresto domiciliario de por vida por apoyar la teoría heliocéntrica de Copérnico, que establecía que la tierra giraba alrededor del sol y no al revés como afirmaba la Iglesia. En 1979 el Papa Juan Pablo II abrió una investigación sobre el caso, que luego de 13 años de investigaciones reconoció el error Vaticano y perdonó a Galileo.

Siendo la sexualidad parte integrante de la salud del ser humano, la historia de la humanidad es en parte la historia de su sexualidad, siendo vivida de diferentes maneras en las diferentes épocas y las diferentes geografías. Al día de hoy inclusive vemos de que diferentes maneras son enfocados los distintos temas en pleno siglo XXI, mientras algunos países como Holanda, Bélgica, España y Uruguay permiten casamientos homosexuales, otros países mas conservadores como principalmente los islámicos (recordar Afganistán con sus talibanes) viven un machismo medieval y una homofobia absoluta.

Prehistoria

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Hombre primitivo. Probablemente vivía en pequeños grupos sexualmente promiscuos caracterizados por su rudeza y agresividad con que debían enfrentar a los elementos.

La prehistoria en general es aquel período en el cual no se conocía la escritura.

En la antigüedad, las necesidades básicas del hombre primitivo eran sobrevivir a las calamidades naturales, alimentarse y copular para perpetuar la especie, lo que poco lo diferenciaba del resto del reino animal.

Con mayor o menor grado de sofisticación, éstas siguen siendo las necesidades del hombre moderno.

Si bien en el resto del reino animal la cópula tiene la finalidad de perpetuar la especie, en el ser humano se agrega un fin erótico, procurando obtener gratificación sexual.

El hombre primitivo y nómada del paleolítico inferior y medio vivía de la recolección de frutos y de la caza, organizado en pequeños grupos que migraban permanentemente buscando nuevos refugios. Se cree que su sexualidad estaba bastante restringida a lo procreativo, y sus preocupaciones fundamentales eran la procura del sustento y protección de los peligros naturales, tribus enemigas, bestias salvajes, etc.

Pocas expresiones artísticas nos han legado y pocas pruebas tenemos de su comportamiento sexual, se cree inclusive que podrían ser completamente promiscuos y los niños desconocerían totalmente quienes eran sus progenitores masculinos.

Ya en el paleolítico superior los grupos se van organizando generalmente bajo las órdenes de un jefe y se alojan en cavernas o pequeñas chozas. Es en estas cavernas donde aparecen las primeras pinturas rupestres y pequeñas esculturas femeninas denominadas “Venus”.

En el neolítico, con el advenimiento de la ganadería y la agricultura cambia el modelo social y las comunidades se vuelven sedentarias. Aparecería muy primitivamente la noción de propiedad privada, e inmerso en ella la conformación del núcleo familiar primitivo y la responsabilidad paterna sobre los hijos.

Estos primeros grupos humanos sedentarios adoptaron como objeto de adoración y culto imágenes que representaban entre otras cosas la fertilidad femenina y la maternidad. Intentaban explicar a su modo cuales eran las fuerzas que movían el mundo real, de donde surgían sus alimentos, animales, los ciclos de la naturaleza, el sol, la luna y ellos mismos. Uno de los mayores misterios seguramente sería, cómo una mujer periódicamente sangraba o gradualmente aumentaba de volumen, deformándose, hasta producir un bebé. Se estaba aún lejos de sospechar la participación masculina en su génesis, por lo que eran sociedades principalmente matriarcales.

A este período pertenecen las “Venus”, imágenes femeninas en las que se exaltan las regiones anatómicas en relación con la procreación (pecho, vientre, caderas, genitales), en evidente culto a la sexualidad de la imagen femenina en relación a la fertilidad, que permanece hasta aproximadamente 10.000 años antes de Cristo, donde en algún momento se pasa a sospechar la participación masculina en la procreación y se da una virada a una sociedad patriarcal y comienzan a aparecer representaciones fálicas como objeto de culto.

Más adelante, con el nacimiento de las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo, en mayor o menor grado se completará y reafirmará por siglos la discriminación a la mujer.

Entre las mas antiguas referencias prehistóricas a la erección tenemos pinturas rupestres de la era paleolítica superior,  halladas en paredes de las cavernas de Lascaux, en Francia, que datan de aproximadamente 10 a 15.000 años antes de nuestra era, y en la que se representa un bisonte herido con eventración de su intestino, y el cazador con su pene en erección. Esta pintura admite varias y diversas interpretaciones, entre otras el cazador estaría con su pene erecto en señal de poder, pero también podría haber sido muerto durante la cacería, el significado es siempre confuso.

Encontramos así desde entonces, diseminados por el mundo diferentes monumentos y símbolos fálicos megalíticos desde la más remota antigüedad, tanto en la prehistoria como en la historia y hasta la actualidad, algunos de dudosa interpretación, pero otros de innegable significado.

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Historia

La prehistoria de una sociedad finaliza con la aparición de la escritura, momento en que hablamos del inicio de la historia. Sus inicios son así diferentes para los diferentes pueblos, habiendo pueblos que iniciaron precozmente su historia, como ciertas civilizaciones del cercano oriente (egipcios, sumerios, cretenses, semitas), y otros menos adelantados que prácticamente se encontraban en su fase prehistórica hasta avanzada la época moderna.

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Dos príncipes adorando al Dios Min fálico

La más antigua referencia histórica que posee la humanidad sobre la erección se remonta a relieves egipcios que muestran al dios Min fálico (XIII dinastía, 1800 a 1550 A.C.) portando una erección permanente. Cuenta la leyenda que habiendo partido los dioses a la guerra dejaron imprudentemente sus respectivas esposas en custodia al dios Min y al regreso las encontraron encintas.

Como venganza le amputaron el brazo derecho, como muestran los bajorrelieves de la época. A partir de entonces el dios Min aparece con su brazo amputado pero ostentando una triunfante erección permanente, símbolo de potencia y fertilidad.

Dos príncipes adorando al Dios Min fálico, que porta el pene en erección permanente y el brazo derecho amputado. XIII Dinastía. Museo del Louvre.

Albores de la Fisiología

Las escuelas griega y romana

En la mitología griega los dioses tienen forma y sentimientos humanos, como así también sus mismos problemas, la sexualidad no les era ajena. La morada de los dioses era el monte Olimpo, y se dividían tres territorios para gobernar: el cielo, el mar y la tierra.

El dios supremo era Zeus (asimilado al Júpiter de los romanos) padre de dioses y de los hombres, su esposa se llamaba Hera, reina del cielo y guardiana del matrimonio. De la unión con otras diosas y no diosas nacieron más de veinte hijos dioses y héroes de la mitología griega, como Atenea (asimilada a la Minerva romana), diosa de la sabiduría y la guerra, Ares (asimilado al Marte de los romanos) dios de la guerra, Apolo, dios médico de dioses y mortales, además de muchos otros. Afrodita (asimilada a la Venus romana) era la diosa de la belleza y el amor. Eros (asimilado al Cupido de los romanos), hijo de Afrodita, era el dios masculino del amor. Poseidón (asimilado al Neptuno romano) era el dios del mar. Hades (asimilado al Plutón romano) era el cruel e inflexible dios de los muertos, moraba no en el Olimpo sino en el centro de la tierra, equivalente al infierno. Era hermano de Júpiter y Neptuno. Los tres hermanos luego de derrocar a su padre, Cronos (asimilado al Saturno romano) se repartieron el cielo, la tierra y el reino de los muertos. Dionisio, también hijo de Zeus (asimilado al Baco romano) era el dios del vino y del placer, generalmente se le veía en la alegre compañía de ninfas, sátiros y centauros. Príapo, el dios de la masculinidad era hijo de Afrodita y Dionisio, portaba una erección permanente símbolo de potencia y fertilidad masculina. Cronos (Saturno) mutiló a su padre Urano, convencido por su madre Gea, en venganza por el envío de sus otros hijos los Cíclopes, entre ellos Polifemo, al centro de la tierra. Le amputa el pene con una espada de diamante, arrojándolo al mar, donde al mezclarse con su espuma nació Afrodita.

Cronos será regidor del universo, hasta que es derrocado por su sexto hijo, Zeus (Júpiter)

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«Afrodita griega, o «Venus» romana. Diosa del amor.»Príapo»dios griego de la potencia sexual y la fertilidad, hijo de Afrodita

Griegos y romanos tenían ritos clandestinos de sexualidad, verdaderas orgías de sexo, vino y promiscuidad dedicadas a sus dioses licenciosos, se denominaban Antesterias para los griegos en honor a Dionisio, duraban tres días, durante la primavera, y marcaban la apertura de sus “libertades”.

Para los romanos se denominaban Bacanales, en homenaje a Baco, con una duración de cinco noches a orillas del Tíber. Quienes participaban pero se negaban a entregarse a la promiscuidad de la ocasión  eran sacrificados al dios Baco. Ante la desaparición de numerosas personas no aclaradas los cónsules comenzaron una investigación, el culto fue descubierto luego de una gigantesca redada y prohibido en todo el imperio. Más de 7.000 personas fueron encontradas relacionadas a los excesos y muchos fueron ajusticiados.

Con el desarrollo de la civilización griega, principalmente el período helenístico, y bajo la influencia de civilizaciones vecinas y nuevos enfoques filosóficos, las enfermedades dejaron de ser atribuidas a los dioses para ser causadas a desequilibrios en el organismo. Surge así la teoría “de los cuatro humores”, según la cual existían en nuestro organismo cuatro fluidos o humores, representativos de los cuatro elementos, a saber: la sangre (el aire), la flema (el agua), la bilis amarilla (el fuego), y la bilis negra (la tierra). Cualquier enfermedad era causada, así por un desequilibrio entre estos fluidos.

Los antiguos griegos pensaban que la erección ocurría por el ingreso de aire al pene y que el útero se movía libremente dentro del cuerpo femenino, causando dolor.

Hipócrates (400 AC)  afirmaba que las preocupaciones con los negocios y la falta de mujeres atractivas podían causar impotencia.

En la época de las guerras griegas, principalmente contra Esparta, la ausencia prolongada de los hombres al campo de batalla provocaba incómodas situaciones en las mujeres, Hipócrates las defiende afirmando que el útero o matriz (“histera”), necesitaba ser estimulado periódicamente por el semen masculino, de lo contrario su sangre ascendería al cerebro obnubilando su mente, su respiración y afectando su delicado equilibrio. Ese nerviosismo femenino sería así, de origen uterino, por falta de sexo, su nombre: “histeria”.

Durante 1.500 años el tratamiento de todos los trastornos “histéricos” fue la prescripción regular e hipocrática de sexo para todas aquellas mujeres.

Sócrates y su discípulo Platón, cuyas teorías giraban en torno al mundo de las ideas, pregonaban la igualdad de los sexos en el matrimonio, pero su prédica no tuvo mayor acogida y cayó en desgracia.

Aristóteles (389-322 AC), discípulo de Platón, intentó explicar el fenómeno eréctil mediante cartílagos y tendones que permitían al órgano extenderse y acortarse. Al contrario de Sócrates y Platón  concentró toda su retórica afirmando la superioridad masculina basado en la observación de que los machos de la mayoría de las especies son generalmente mas grandes, fuertes y a veces mas coloridos que las hembras. El elemento portador de la vida era, sin duda, el semen, que albergaba un hombrecillo en miniatura y lo depositaba en el vientre materno que lo alimentaba, hasta que fuera lo suficientemente desarrollado para sobrevivir. Además el macho portaba el falo mientras la mujer solo eliminaba aquella repugnante sangre menstrual, una especie de “semen precocido”, que para peor por la falta de sexo le podría subir a la cabeza.

Las leyes de Manú, en la India, por su parte, afirmaban que la mujer no da hijos, sólo los llevaba.

Parte de la doctrina griega persistió hasta bien entrada nuestra era, y siguiendo a Aristóteles el hombre y su esperma hacían prácticamente el bebé solos, la mujer solo prestaba el continente y luego lo alimentaba, hasta que el anatomista holandés Regnei De Graaf descubre los folículos ováricos. La humanidad llevó un tiempo tremendo después de Aristóteles para comprender y aceptar la participación femenina.

En el año 129 de la era cristiana nace Galeno en la ciudad entonces griega de Pérgamo. Estudia matemáticas, agricultura, arquitectura, astronomía y filosofía, para terminar inclinándose por la medicina, seguramente por entonces mas lucrativa. Como médico de gladiadores  y estudiando sus heridas, profundizó en algo el conocimiento anatómico, que principalmente desarrollaba en animales.

Sabía ya que por arterias y venas circulaba sangre y no aire, pero desconocía el funcionamiento del aparato circulatorio y afirmaba que grandes cantidades de sangre se formaban diariamente dentro del organismo.

Era un individuo arrogante y autoritario con una respuesta para todo. Lo mas perverso de su actitud fue sin duda su convencimiento de que todo sucedía según un gran plan maestro global que solo él conocía e interpretaba. Quien se oponía a su lógica era desacreditado Fue el médico mas importante de su época no solo en el mundo griego sino el romano. Llegó a ser médico de dos emperadores, Marco Aurelio y su hijo Cómodo. Defendió a capa y espada la teoría griega de los cuatro humores, la consolidó y fue en parte el responsable de su mantenimiento durante quince siglos, curiosamente, con el beneplácito de la Iglesia durante toda la edad media, que incluso la incorpora al dogma y llegó a purificar en la santa hoguera de la inquisición a quienes la pusieran en tela de juicio. Afortunadamente Galeno no ejerció la sexología.

En la escuela de medicina de Alejandría (ciudad griega fundada en Egipto por Alejandro Magno en 331 a.c.) disecaban vivos los criminales de la prisión real, procedimiento que maravilló a Cornelio Celso: “sin duda la mejor forma de aprender”, dijo, aprobando.

El Cristianismo y La Edad Media

En el nombre del Padre

El medioevo se caracterizó por diez siglos de oscurantismo cultural y científico, dominado por el terrorismo fundamentalista de la religión, fiel exponente de lo cual fueron los tribunales de la inquisición, que actuaron entre 1231 y 1843 dirigidos por el Santo Oficio.

El cargo de inquisidor era prácticamente exclusivo de  franciscanos y dominicos, por su mejor preparación teológica y escaso apego a los bienes materiales. Cada tribunal consistía de dos miembros inquisidores, nombrado directamente por el Papa.

Especialmente recordado es Fray Tomás de Torquemada (dominico), por su intensa actividad en España, donde tuvo la distinción de ser nombrado Inquisidor General de Aragón y Castilla por los Reyes Católicos Isabel I y Fernando II de Aragón en 1483. Bajo su dirección marcharon a la hoguera mas de 2.000 personas, principalmente los considerados por la corona como infieles, entre ellos muchos judíos, dentro de ellos muchos médicos (en la época, y desde Alfonso X El Sabio, la medicina en España era ejercida en gran número, y al inicio casi monopólicamente, por judíos).

Esta noble institución permaneció activa hasta 1843, cuando es finalmente abolida en España (para entonces prácticamente inoperante).

No obstante toda la estructura teológica del Santo Oficio permaneció incólume hasta 1965, año en que el Papa Pablo VI, respondiendo a numerosos reclamos lo reorganiza, cambiándole de nombre. Pasa entonces a llamarse “Congregación Para la Doctrina de la Fe”, y se la considera la institución guardiana del dogma y de la fe católica. El Papa Juan Pablo II nombra como su director al cardenal alemán Joseph Ratzinger, quien a la muerte de aquél es nombrado su sucesor, Papa Benedicto XVI.

Volviendo a la Edad Media, soplan vientos de gran represión sexual, se exalta la castidad y la virginidad como máximo exponente de la virtud cristiana.

Cualquier medio era justificado para lograr el fin, al punto que Orígenes de Alejandría, anteriormente, en el año 202, y con 18 años de edad, contrariando la ley eclesiástica contra las mutilaciones innecesarias se castró en un ejemplo supremo de valentía y renuncia a los placeres carnales en nombre de la fe.

Los primeros padres de la Iglesia comienzan la discriminación contra la mujer, culpable de todos los males de la humanidad, la asimilan a la puerta del infierno, la culpan de ser la primera en violar la ley divina y hasta de la muerte de Jesús. En boca de Clemente de Alejandría “Toda mujer debería sonrojarse de vergüenza solo por ser mujer”. No debían maquillarse, vestirse provocativamente, cantar ni divertirse. Deberían sí comer poco, mostrarse lo menos posible y de preferencia desalineadas y descuidadas, hablando lo menos posible apenas para contestar humildemente lo demandado por su padre o esposo, en fin, debía ser el culto al sufrimiento.

Para Félix de Novara tampoco debían aspirar leer ni escribir, sino, como máximo, ser monjas.

San Agustín dedicó cinco obras a resaltar las ventajas de la virginidad.

San Jerónimo dormía desnudo sobre el piso y pregonaba también el celibato.

La supresión de toda actividad sexual es el máximo para alcanzar la perfección, esta prédica tuvo tal éxito que llegó a disminuir la población europea a causa de una verdadera epidemia de soltería,  que, paradójicamente amenazó vaciar de fieles los templos.

Además de la castidad y la virginidad, debía exaltarse el celibato en los sacerdotes, ya que era inadmisible que quienes profesaban la palabra de Dios se dieran a los placeres lujuriosos de la carne. Había que dar el ejemplo.

Ya mucho antes, San Pablo había aconsejado a sus seguidores seguir su camino de soltería, y a quienes no consiguiera dominar los impulsos de la carne debían casarse, “mejor casase que abrasarse”. Es el inicio de la represión sexual, mantenida casi incólume hasta nuestros días, en uno de los ejemplos de obstinación retrogradas mas tenaces de la historia de la humanidad.

En los primeros siglos del cristianismo comenzó a exigirse que los sacerdotes casados se separaran de sus esposas o se abstuvieran de tener trato sexual con ellas.

El Papa Inocencio I fue más lejos y exigió el celibato.

León X dobló la apuesta y exigió castidad a todos los sacerdotes, frailes y religiosos de todos los órdenes.

En 1059 se prohíbe asistir a misa impartida por sacerdotes casados.

Gregorio VII considera cualquier relación sexual sacerdotal “fornicatio” y ordena terminantemente a los últimos rebeldes abandonar sus esposas de inmediato.

El 23 de junio de 1967, el Papa Pablo VI publica la encíclica “Sacerdotalis Celibatus” en que consolida el celibato, y afirma que su recomendación no es por desprecio al don de la vida, sino una elección personal, íntima con Cristo, en beneficio de toda la humanidad.

Al día de hoy el tema es motivo de continua polémica y aún no resuelto.

El cuerpo humano era sagrado y las disecciones prohibidas. La Iglesia estaba contra los médicos.

En el año 1163 el Concilio de Tours prohíbe a los monjes estudiar medicina, en 1215 el Concilio Laterano prohíbe a los clérigos realizar cauterizaciones e incisiones quirúrgicas y cuatro años mas tarde por un edicto papal se prohíbe a los clérigos no monásticos ausentarse de sus deberes eclesiásticos para estudiar medicina.

Se había apagado completamente la luz del conocimiento científico y las teorías de Galeno se consolidaban cada vez más.

La causa de las enfermedades era el pecado, el tratamiento era la oración, el ayuno, la penitencia y el arrepentimiento.

Diferentes santos cuidaban del cuerpo y hasta los santos gemelos San Cosme y San Damián practicaron los primeros transplantes santos (la pierna de un moro negro muerto a un blanco con gangrena).

No obstante se fundaron numerosos hospitales para brindar atención entre otros a los ejércitos cruzados, dirigidos por órdenes religiosas y algunos médicos. Se proporcionaba a los enfermos alimentos, albergue, oraciones. Era mas que nada un acto de caridad cristiana.

En este contexto obviamente, el sexo personificaba al propio demonio y era blanco de los ataques permanentes del clero. La sexualidad toda era algo impuro, sucio y repugnante, pero curiosamente necesaria para la reproducción humana y para seguir abasteciendo de feligreses los templos. Que paradoja divina que para cumplir el precepto cristiano estampado en la Biblia “creced y multiplicaos” se debía transitar tan repugnante camino.

El sexo era entonces, muy a pesar de la Iglesia, necesario para la procreación, pero todo intento de realizarlo con una finalidad placentera llevaría a la ira divina y se caería en uno de los peores pecados. Obviamente el sexo oral o anal estaban fuera de cualquier mínima consideración.

Los homosexuales eran purificados en la hoguera por el Santo Oficio.

En este contexto el único ámbito permitido para la relación sexual era el matrimonio cristiano y mismo cuando realizado con afán reproductivo debía seguir ciertas “normas”, como guardar varios días de abstinencia sexual, respetándose los jueves, viernes, sábados y domingos, además de cuanta fecha sacra en relación con el calendario cristiano. La pareja debía estar en sus aposentos, ella abajo y el arriba, posición denominada así “natural”, absteniéndose de cualquier pensamiento lujurioso, cumpliendo su deber reproductivo de la manera mas fría posible y bajo la atenta y omnipotente presencia del Dios que todo lo contemplaba. Ya diría San Agustín: “No se deben provocar esos actos”.

Durante siglos esta fue la enseñanza de la Iglesia en cuanto a sexualidad y todo lo que se apartaba de estos cánones era sinónimo de vida licenciosa y disipada, que desencadenarían la ira divina, pasible de castigos en el cielo o los tribunales de la inquisición en la tierra. Debemos recordar que no pocos fueron a la hoguera por cosas tan banales como no comer cerdo, utilizar ropa interior limpia o descansar los sábados (sospecha de judaísmo), o tan perversas como fornicar con Satanás (mujeres solas acusadas de brujería).

A partir de 1095 y convocados por el Papa Urbano II, se forman ejércitos cristianos de toda Europa occidental que marchan hacia Tierra Santa con el objetivo de desalojar a los musulmanes de los territorios sagrados, en lo que constituye el inicio de la primera de las Cruzadas. Como resultado los nobles dejarán durante años solas a sus esposas, muchas veces protegidas por ineficientes cinturones de castidad. A su regreso se encontraron numerosos hijos ilegítimos cuya paternidad se atribuyó a los “íncubos”, ángeles demonios que poseían carnalmente a sus esposas mientras estas dormían, sin que hubiera nada que ellas pudieran hacer para evitarlo. Lo peor era que de la unión de una virtuosa dama cristiana con un íncubo podrían nacer seres deformes, brujas y demonios, hecho bien estudiado por Santo Tomás de Aquino. Cuenta la leyenda que el propio mago Merlín sería uno de ellos, nacido de la unión de una monja con uno de estos impíos seres.

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Cinturón de castidad»                          

Las Cruzadas fueron sin embargo un ámbito de mayor tolerancia sexual hacia el hombre. Los ejércitos Templarios llevaron al frente 13.000 cortesanas de “compañía”, dando inicio así a la aceptación del clero y la sociedad medieval acerca de la necesidad de la prostitución.

El sabio persa islámico Avicena (980-1037), médico y filósofo fue sin duda una de las figuras más importantes del medioevo. Su obra “El canon de la medicina”, compendio médico y de farmacología fue obra de consulta en todo oriente próximo y occidente, sin embargo, acorde con el atraso de la época es la descripción de los genitales femeninos donde afirma: “La vagina es un repliegue del órgano masculino embutido en el cuerpo de la mujer”. Respecto a la erección afirmaba era causada por viento, una ventosidad o “spiritus desiderativus”.

Pese a los intentos del clero para que sus monjes no estudiaran medicina, algunos lo hicieron y llegaron a médicos, incluso como Petrus Hispanus, que llegó a ser electo como el único Papa médico. En su obra “Tesoro de Pobres”, compendio de medicina, recomendaba semillas de lechuga para disminuir el deseo sexual. Un año después de ser electo Papa murió aplastado al derrumbarse el techo de un palacio que había mandado construir.

El “Renacer” de la Anatomía. El Renacimiento

Medicina, arte, religión, magia y brujería tuvieron un origen común, de la necesidad que el hombre primitivo tenía para intentar explicar los fenómenos que le superaban frente a un medio que le era hostil, y buscar la manera de controlarlos para sobrevivir. Posteriormente y a medida que el pensamiento científico comenzó a primar en la mente humana, y principalmente a partir del Renacimiento, todas estas “disciplinas” se fueron independizando.

Este período fue un movimiento de renovación intelectual que se caracterizó por el abandono del modo de vida propio de la Edad Media, para “renacer” el interés por el arte y el modelo greco romano, latente hasta entonces, y a pesar del tiempo, a través del latín y sus obras de arte. Este movimiento alcanzó las artes, la pintura, escultura, arquitectura pero también las ciencias, principalmente la medicina.

A partir de 1484 se inicia una nueva batalla en el campo de la discriminación contra la mujer. El Papa Inocencio VIII dicta una bulla (decreto papal) “Summis Desiderantis” especialmente virulento contra quienes se asocien con el demonio para causar daño, algo así como la asociación para delinquir de nuestro Derecho actual. Va dirigido a herejes, brujas, curanderos y todo opositor de la Iglesia. En 1486 dos monjes alemanes dominicos inquisidores, Henry Kraemer y Johan Sprenger editan el célebre libro “Malleus Maleficarum” (“El Martillo de las Brujas”). Se trata de un manual para inquisidores, un verdadero éxito para la época, traducido y reeditado en Francia, Alemania y Suiza. Será libro de cabecera de los inquisidores durante siglos.

En su manual, los autores afirman que la brujería es un fenómeno casi exclusivamente femenino, lo que va en la dirección de la idea predominante de la época. Satanás buscó la complicidad de la mujer, por ser ésta más débil, impura, lujuriosa y lasciva, para con su ayuda destruir la cristiandad. Y lo consiguen por medio del pacto de la cópula carnal con el diablo. Estas ceremonias eran los aquelarres o shabats (en alusión provocativa al judaísmo), y se desarrollaban en determinadas épocas, por ejemplo vísperas del Día de Todos los Santos, o Halloween entre otras conmemoraciones paganas.

Estas brujas eran responsables de la impotencia masculina y la esterilidad femenina, los abortos espontáneos y malformaciones congénitas, todo tipo de enfermedades aisladas o en epidemias, especialmente y con retroactividad la peste, (anteriormente por esta misma enfermedad ya se había quemado a mas de 13.000 judíos). También eran responsables de sequías, inundaciones, tempestades, tormenta eléctrica y granizo, que arruinaban las cosechas.

Con todos estos elementos a su favor no es de extrañar que tanto el libro como su prédica hayan tenido rotundo éxito en la época, intentando salvar el cristianismo y la sociedad de entonces de tantas desgracias.

Las principales víctimas de los inquisidores eran mujeres rurales curanderas, que caían en desgracia denunciadas por sus vecinos, parientes y conocidos una vez que la histeria colectiva se adueñaba del poblado debido a cualquier acontecimiento banal, pero entonces exageradamente interpretado, como ser mortandad de animales, enfermedades, daños a las cosechas, etc.

Las desdichadas mujeres, bajo tortura confesaban todo aquello que los inquisidores precisaban saber, su cópula con el Diablo, sus actos satánicos, sus aquelarres, maleficios, cómplices, etc. Sus bienes eran decomisados como así también los de sus familiares y allegados, habitualmente enemigos de la Iglesia. Esos fondos eran necesarios para la prosecución de los tribunales inquisitorios hasta llegar al próximo poblado a auditar. Las hogueras ardieron durante siglos alimentadas de intereses e ignorancia, en nombre de la fe.

Miguel Servet, médico teólogo católico español visitó al teólogo protestante Juan Calvino, en su ciudad teológica de Ginebra, fue sacado a la fuerza de la misa a la que asistía en 1553 y purificado vivo en una hoguera, alimentada con sus propios libros, acusado por Calvino, su anfitrión, de herejía y blasfemia por haber descubierto la circulación pulmonar. En su afán purificador sobre Ginebra, Juan Calvino clausuró todos los centros de diversión, prohibió el desnudo afirmando que del cuerpo venía el pecado y quemó en la hoguera toda obra por él considerada licenciosa e inmoral, entre otras las pinturas de Lucas Cranach.

Eran épocas de reformas, y mientras Calvino se sumergía cada vez más en un extremismo fundamentalista retrógrado de represiones, principalmente contra lo sexual y el progreso del conocimiento, Martín Lutero se presentó como un auténtico reformador sexual, admitió haber llegado virgen a su casamiento y adjudicó a ello sus iniciales problemas sexuales que espontáneamente mejoraron al regular su sexualidad. Manejó conceptos como cual sería el número de relaciones sexuales normales del matrimonio y dejó la puerta abierta al divorcio, idea que se iría abriendo camino en la sociedad europea, y consecuencia posterior de la ruptura de Enrique VIII con el Papa.

Para enfrentar la Reforma Protestante, la Iglesia emprende la Contrarreforma, por medio del Concilio de Trento donde además de cuestiones dogmáticas, obviamente, aborda temas puntuales como el enfoque cristiano de la moral sexual.

Nuevamente se insiste en reafirmar como único ámbito tolerado de la actividad sexual al del matrimonio único e indisoluble, contraído dentro de un determinado marco obviamente religioso, ceremonial y público.

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Leonardo Da Vinci

A pesar de la creencia religiosa cristiana acerca de la resurrección, con la consiguiente prohibición inicial en el trabajo sobre los difuntos que dificultaba la obtención de cadáveres para disecar, lentamente las autopsias se fueron realizando, generalmente al inicio con anuencia eclesiástica. Leonardo Da Vinci y Andrea Vesalius fueron dos de los mas importantes estudiosos en esta área.

De la mano del arte comienzan las primeras descripciones de los órganos sexuales como así también los primeros tratados de anatomía, medicina y ginecología.

El hombre mas completo del Renacimiento fue sin duda Leonardo Da Vinci (1452-1519), genio universal en las artes, que se destacó como pintor, arquitecto, inventor, mecánico e ingeniero, filósofo y matemático. Incursionó además en el arte militar, desarrollo urbano, cartografía, hidráulica, botánica, geología óptica y anatomía. Colaboró con el matemático italiano Luca Pacioli en su obra “La Divina Proporción”, que trataba sobre la relación armónica entre los diferentes segmentos de una recta, conocida también como “sección áurea”.

Su inquietud científica lo llevó a disecar más de 30 cadáveres a medianoche, para comprender mejor la anatomía, contando para ello con el apoyo de sus protectores florentinos, los Médicis. Nos legó más de 700 diseños anatómicos de sus observaciones, pero que lamentablemente para la época quedaron ocultas y los investigadores de entonces no pudieron valerse de sus notables estudios.

La mayoría de su producción científica pasó desapercibida en su época debido a que era prácticamente indescifrable para sus contemporáneos.

Nunca pudo aprender latín y griego, los idiomas cultos de la época y su obra nos la legó en toscano, con una especial caligrafía al revés, de derecha a izquierda, que debía leerse con la ayuda de un espejo, en parte por ser zurdo y quizás en parte por su predilección por lo oculto.

Realizó por primera vez dibujos anatómicos del cuerpo humano en corte transversal, el útero con un feto en su interior en la posición correcta, la médula espinal, el corazón y la circulación así como la genitalia femenina y masculina.

Del punto de vista anatómico sexológico destaca su dibujo dinámico “De Coitus”, que muestra una pareja en el momento del acto sexual, de pié, en corte transversal. El pene en erección, está firmemente inserido en la vagina. Si bien Leonardo sabía que en la erección había un aumento de flujo sanguíneo hacia el pene, permanecían fuertemente arraigadas creencias erróneas,  la hipocrática de que el esperma venía de diferentes lugares, la galénica  que afirmaba que la respiración era vital para la erección, y otra que afirmaba que el esperma era formado en la médula espinal y se acumulaba en el cerebro. En su dibujo vemos así canales inexistentes que llevan el semen al exterior bombeado por el corazón, conectados con la médula espinal y los pulmones, que le transmite “el aliento vital”. En la mujer, canalículos inexistentes comunican útero y senos, quizás buscando afirmar la convicción hipocrática de que la sangre menstrual se transformaba en leche para amamantar.

En su obra “Della Vergha” (Acerca del pene) Leonardo relata “el pene no obedece las órdenes de su amo y no intenta entrar en erección ni encogerse según la voluntad de éste. Sin embargo se pone erecto cuando su dueño está dormido. Debe decirse entonces, que el pene cuenta con vida e inteligencia propia, al margen de cualquier esfuerzo de la imaginación del hombre”.

En 1573, Varolio fue uno de los primeros anatomistas en dedicarse a los órganos genitales. Estudiando las raíces del pene descubre que los músculos isquio y bulbo-cavernosos al contraerse dificultan el drenaje venoso mejorando la erección. Lo describe como “músculo erector”.

Basado en estas observaciones, en 1668 Regnei de Graff, mas conocido en la posteridad por su contribución al estudio del aparato reproductor femenino, provoca una erección inyectando agua a presión en la arteria hipogástrica de un cadáver fresco, valiéndose para ello de su promisorio invento, una de las primeras jeringas casi como las conocemos hoy. Concluye que la erección era resultado de éxtasis venosa inducida por los músculos perineales.

Posteriormente los estudios experimentales en animales vivos y su comparación con el ser humano siguieron dilucidando el mecanismo productor de la erección.

Revolución francesa

Transcurre entre 1789 y1799 como un apasionado intento de acabar con las arbitrariedades, injusticias y excesos del sistema monárquico absolutista, además de la incapacidad para gobernar de Luis XVI.

Se trató de un período de grandes cambios en lo político, económico y social, y por supuesto no estuvo ajeno lo sexual.

En una primera instancia hubo una importante y activa participación de mujeres, vista con interés por los organizadores, que las consideraban potenciales lideres de la masa femenina. Sin embargo, posteriormente, los padres de la revolución terminaron una vez mas discriminando a la mujer, y asegurado el triunfo ellas volverían una vez mas a sus quehaceres domésticos.

Si bien al estallar la revolución, se pregonaba la independización de la mujer, Voltaire, Montesquieu, Robespierre, Mirabeau y Danton, entre otros, no hicieron prácticamente nada a favor de ellas.

Rousseau escribió: “La mujer se hizo especialmente para agradar al hombre”.

No se tuvo en cuenta a las mujeres para la función pública, no podían ocupar ningún cargo importante, se prohibieron todos los clubes y organizaciones femeninos, y aquellas “revoltosas” que intentaron alzar sus voces fueron guillotinadas en 1793. Se había sustituido la hoguera de la inquisición por la guillotina francesa.

Sin embargo, se trató de un período de cambios, de “movimiento”, que sentó las bases de posteriores revisiones de viejas estructuras, semilla de nuevos futuros cambios.

Siglos XIX-XX

Los primeros tratamientos – Albores de la Endocrinología

El tratamiento de la impotencia durante siglos fue territorio de brujos y charlatanes varios, y dependía de hierbas, hechizos y afrodisíacos.

Durante los albores del siglo XIX comienza a ser tratada por urólogos “venereologos”, que afirmaban era causada por gonorreas o exceso de masturbación en la juventud.

A pesar de los cambios operados en el Renacimiento a nivel científico e intelectual, persistían la opresión de la Iglesia y la discriminación sexual sobre la mujer, si bien los tribunales de la inquisición habían cesado sus actividades en la práctica.

En  1830, Benjamin Rush presenta ante estudiantes de medicina un trabajo titulado: “El estado mórbido del apetito sexual” afirmando que una relación promiscua podría provocar, entre otras cosas, impotencia, debilidad seminal, tabes dorsal, locura y muerte.

Pio IX, cuyo papado fue el mas prolongado de la historia (1846-1878) proclama el control total de la Iglesia sobre la cultura, la ciencia y la educación en el Vaticano y los entonces Estados Pontificios.

En 1857, en un arrebato moralizador ordena la mutilación de la genitalia masculina de las esculturas vaticanas, en el entendido que la exhibición de los genitales pudiera despertar la lujuria dentro de los lugares sagrados y desencadenar la ira divina. Desde entonces se pueden apreciar numerosas obras “castradas” o “emasculadas” de Miguel Angel, Bramante y Bernini, entre otros, cubiertas con hojas de parra  de yeso o bronce en todas las dependencias vaticanas, principalmente de los museos vaticanos.

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Diferentes esculturas «castradas» para evitar la lujuria dentro de los lugares sacros. 

Museos Vaticanos y Florencia

La cristiandad tiene una larga historia de problemas con las mujeres y los genitales masculinos. Ya hemos analizado algunas de ellas más específicamente en relación a la castración para evitar la tentación del pecado carnal. También se la realizaba por razones artísticas, para mejorar la voz.

Hubo una época en que la Iglesia Católica no permitía a las mujeres cantar en sus coros y por eso se empezó a recurrir a hombres castrados. A estos hombres se les retiraban los testículos antes de la pubertad, generalmente entre los 8 y 9 años de edad, luego de sedarlos, muchas veces con opio, lo que ya causaba no pocas muertes, algunos más morían por sepsis posquirúrgicas. Debemos recordar que las operaciones generalmente eran realizadas por los barberos. Muchos de estos jóvenes que fallecían a causa de la intervención, o luego en su vida adulta, no se les permitía ser enterrados en lugares sagrados, los “camposantos”, por no estar “enteros”. Muchos más nunca llegaban a triunfar vocalmente, sino que terminaban llevando una vida sexualmente miserable a causa de esta mutilación.

La castración impide el desarrollo y la madurez de la laringe del joven, así como los cambios fisiológicos normales de la pubertad, aumenta el desarrollo de la faringe y de la caja torácica, dando como resultado una calidad de voz “celestial”.

Así, aunque las mutilaciones innecesarias contrariaban la ley eclesiástica, las castraciones con este fin, llamadas por algunos de manera mas académica “sopranizaciones”, debido a que podían llegar a niveles de soprano a mezo-sopranos, eran toleradas porque producían música “que honraba a Dios” y abastecieron durante muchos años los coros de las iglesias, especialmente de la Basílica de San Pedro.

En 1859 las tropas francesas ocupan Roma y convencen al Papa Pio IX a promulgar un decreto papal que proscribe la castración “musical”, aunque en la práctica no ocurrió totalmente. El último “sopranizado” fue Alessandro Moreschi, cantante de la Capilla Sixtina, muerto en 1922.

El castrado más famoso fue Carlo Broschi, mas conocido como “Farinelli”.

Continuando con la “terapéutica”, en 1889 Brown-Sequard reporta su auto-inyección intramuscular de extractos de testículo de perro, con excelentes resultados. Refiere mayor fuerza y menor cansancio, se encontraba más trabajador y con un notable incremento de sus facultades intelectuales, inclusive relata la cura de su incómoda constipación crónica. El adjudicó estos efectos a influencias sobre la columna vertebral.

En Gran Bretaña regía Victoria I (1837-1901), cuyo largo reinado se conocería posteriormente como “Era Victoriana”, período caracterizado por una moral extremadamente conservadora, el puritanismo victoriano, que se extendió al resto de Europa y el mundo.

Si bien en este período comienza a estudiarse la sexualidad de manera más científica y detallada, no escapa a este contexto represivo. La moral de la sociedad victoriana mostraba ciertas contradicciones de índole discriminativa. Mientras era extremadamente rígida y represiva hacia la mujer, que debía permanecer en su casa cuidando decentemente de sus hijos y los quehaceres hogareños, era tolerante y permisiva con la infidelidad masculina y la  prostitución, necesaria para satisfacer los bajos y sucios instintos masculinos sin necesidad de someter a sus recatadas esposas a los licenciosos placeres de la carne.

Cual reminiscencias medioevales y con el beneplácito de las diferentes iglesias se vuelve a la carga con gran virulencia resaltando las virtudes de la virginidad y la castidad femeninas, además de las relaciones sexuales matrimoniales solo con fines procreativos. Vale la pena recordar las palabras de la Dra. Alice Stockham: “Todo hombre que mantenga relaciones sexuales con su esposa sin una finalidad procreativa la está convirtiendo en una prostituta”.

Se comprende que en este contexto otro foco de ataques del clero y no pocos médicos era, nuevamente, la masturbación. La pena iba de 2 a 7 años de ayuno y penitencia.

A este respecto, y buscando mejorar la salud pública de los ingleses, el Dr. Isaac Baker Brown, presidente de la Asociación Médica de Londres aconsejó la amputación del clítoris en las mujeres que se masturbaban.

El y sus discípulos realizaron ampliamente estas cirugías en mujeres con diferentes trastornos sexuales y matrimoniales. Una de las “indicaciones” era la intención de estas pacientes de separarse de sus maridos, otras veces era por sospechas de masturbación o “ninfomanía” femenina. Finalmente en 1867 Baker Brown fue expulsado de Inglaterra, pero no por las mutilaciones realizadas a cientos de pacientes sino por su excesiva autopromoción, que provocó la ira y envidia de sus colegas. Emigró a Estados Unidos donde gozó de fama y fortuna con sus avanzadas y sexológicas técnicas.

Cruzadas fundamentalistas antimasturbatorias, promovidas por el apoyo de la Iglesia y los nuevos preceptos morales victorianos ganaban terreno en toda Europa y América. Prédicas como las de Rousseau eran desempolvadas y volvían con especial ímpetu moralizador. En Europa se llegaron a instalar brigadas nacionales de inspectores de la masturbación, cuya función era realizar inspecciones sorpresa a los sospechosos. Ya no era una simple cuestión de salud pública, era una cuestión de Estado, ya que “sumergía a los jóvenes en un estado crónico de languidez y agotamiento que los hacia incapaces de defender a su nación”.

En la misma línea de peligro se encontraba la casi tan nefasta polución nocturna, que enfrentó el ingenio de los científicos antimasturbatorios de la época, que para 1876 presentaron en sus catálogos ingeniosos dispositivos “médicos” para colocar durante el sueño a los jóvenes para evitar esta vergonzosa “enfermedad”. Consistían algunos en una corriente líquida fría mediante un serpentín que refrigeraba el pene, otros un anillo con puntas metálicas que pinchaban el órgano frente a una erección, y el mas maquiavélico en un mecanismo que propinaba una fuerte descarga eléctrica al descarado pene que osaba tener una erección nocturna. Pocas erecciones resistían estos “tratamientos”.

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Dispositivos «médicos» para evitar erecciones o poluciones nocturnas.

El examen ginecológico inicial, con la mujer de pie y el médico arrodillado

Por casi dos siglos se mantuvo a la juventud bajo un manto de terror a causa de sus erecciones y/o poluciones, voluntarias o involuntarias, en una demostración obcecada de cómo se puede infundar, increíblemente desde la propia medicina, una información tan aberrante.

No existían ginecólogos y las mujeres eran atendidas por el médico o el cirujano, y pocas cosas eran tan bochornosas para el profesional como el examen físico a una dama y, principalmente el de sus genitales.

En 1870, el Dr. William Goodel de la universidad de Pennsylvania recomendaba a sus estudiantes mirar el techo mientras lo realizaban.

Respecto al especulo, conocido desde los romanos tenía múltiples detractores. Argumentaban desde que ofendía la virtud de una dama hasta que podía causar placer sexual.  El Dr. Charles Meigs felicitaba a la mujeres que se negaban a ser examinadas mediante dicho instrumento, argumentándose orgulloso de que aún existiera damas “que preferían sufrir el dolor antes de renunciar a su decencia y dejarse ser estudiadas con ese aparato”.

En 1872 el Dr. Robert Battey publica su cirugía “ovariectomía normal” que consistía en la exéresis bilateral de ovarios, indicada a las mujeres “ováricas”, “histéricas”, infelices, infieles a sus maridos o dementes. Recordemos que era la época de furor de la “eugenesia”, que consistía en intentar disminuir la procreación de individuos “inferiores” y exaltar la de aquellos “superiores”, perfeccionada más adelante por los nazis.

El brillante Dr. Rudolf Virchow dijo, en uno de sus momentos menos felices “la mujer es un par de ovarios con un ser humano atrás”.

El Dr. Thomas Radford no le va a la zaga y defiende la cesárea (entonces con altísima mortalidad), y afirma que lo que da sentido a la vida de la mujer es tener hijos, careciendo de importancia si pierde la vida en ese intento.

Volviendo a la andrología, 1903 Ancel y Bouin, en Francia reportaron que la ligadura de los conductos deferentes en el conejo causaban atrofia del epitelio seminal, pero con indemnidad de las células de Leydig, y en algunas circunstancias hasta hipertrofia. Afirmó que en algunos animales llegaba a provocar incremento de la actividad sexual.

Basado en estas observaciones Steinach, en 1920 realizó el procedimiento en toros y ratas seniles. Informó que estos animales rejuvenecían luego de operados y propone la “Operación de Steinach”, que obviamente consistía en vasectomía bilateral.

Niehans, contemporáneo de Steinach, relataba a propósito de los resultados de estas cirugías: “ El corazón se envigorece, el pulso se torna regular, mejora la circulación, se normaliza la presión arterial, cefaleas y vértigo desaparecen, mejoran el apetito y el metabolismo y desaparecen también los depósitos calcáreos en las arterias y articulaciones, la musculatura se fortalece y el andar es firme y erguido, el sueño se restaura y disminuyen las micciones nocturnas, las facultades mentales se reestablecen”.

Luego de Steinach y Niehans nadie alcanzó un suceso similar con estas técnicas, y lamentablemente para ambos, estos hallazgos no pudieron ser confirmados por otros investigadores y la vasectomía como técnica rejuvenecedora perdió crédito.

En 1910 Freud enuncia su teoría de los conflictos de origen psicológico afirmando que el 94% de las impotencias era de índole emocional, abriendo el camino a más de medio siglo de dominio de los psiquiatras y psicólogos en este campo. Aún hoy encontramos, asombrosamente, quienes se aferran obcecadamente a estos conceptos ignorando la participación orgánica.

Los primeros transplantes

Encorajados por los fabulosos resultados obtenidos por Brown-Sequard con sus testículos de perro, numerosos charlatanes y traficantes de testículos de diferentes orígenes y otros extractos aparecen y se multiplican en la primera mitad del siglo veinte, ofreciendo sus productos rejuvenecedores.

Aparecen entonces los primeros transplantes.

En los Estados Unidos, Lespinasse, un distinguido profesor de cirugía genitourinaria de la Universidad de Northwestern, fue uno de los primeros en afirmar que la impotencia en hombres de mediana edad  era debida a “falta de secreción interna”, intentando el aporte de extractos glandulares vía oral, sin mayor suceso. Finalmente, en 1918 publica la cura quirúrgica de la impotencia mediante el implante de testículo fresco. Su técnica consistía en una incisión del músculo recto, donde colocaba un trozo de testículo, y sutura posterior.

Los resultados tardaban algunas semanas y persistían tres meses, luego de los cuales el testículo se absorbía. Lo interesante es saber como Lespinasse se las arreglaba para obtener donadores. El y su paciente receptor esperaban la oportunidad de una ejecución para entonces proceder rápidamente (cuanto mas fresco el testículo donador mejor), a realizar el transplante, lo que no difiere mucho con las técnicas de transplantes de hoy, principalmente en la China.

Leo Stanley, médico residente de la prisión de St. Quentin, en California, también se interesó por transplantes testiculares, no necesariamente pensando en el beneficio de los prisioneros a su cuidado. Probablemente debido a la abundancia de donadores, publicó en 1922 los resultados de 1000 implantes testiculares en 656 pacientes, entre ellos 7 mujeres.

Afirmaba utilizar testículos animales como donadores. Refiere resultados casi milagrosos, obteniendo mejora en pacientes con cuadros tan dispares como problemas visuales, reumatismo, acné, diabetes, tuberculosis, senilidad e impotencia. Refiere también 11 fallecimientos. Nada menciona sobre las mujeres.

Las primeras cirugías vasculares

En 1902, Wooten, basado en las observaciones de de Graff, que afirmaba que la interrupción del flujo venoso del pene mejoraría la erección, propone la cura quirúrgica de la impotencia ligando la vena dorsal del pene.

En 1908, Lydston, publica los resultados de 100 cirugías de resección de la vena dorsal del pene. Afirmaba que otros no alcanzaban su misma tasa de éxito porque ligaban la vena dorsal superficial y no la dorsal profunda. Debían ligar además todas las venas adicionales encontradas. El refería que cuanto mas se impresionara el paciente con su buena erección más aumentaría su autoestima. Era contra los tratamientos exclusivamente psicológicos, afirmando que lo que el paciente anhelaba era la restauración rápida de su potencia. Lo psicológico mejoraría luego de restaurada su erección, sin necesidad de psicólogos. Otra posición obcecada aún vista en algunos especialistas “organicistas” que obvian elegantemente la necesidad de terapia sexual en el tratamiento de sus pacientes “orgánicos”.

Los primeros implantes peneanos

Ya Aristóteles conocía la existencia de un hueso intrapeneano en algunos mamíferos como el lobo y el oso, punto de partida de las primeras tentativas de corrección de la impotencia mediante el implante de objetos rígidos intracavernosos.

Las primeras cirugías de este tipo se realizaron a pacientes amputados y mutilados de guerra, cuyos miembros eran reconstruidos a partir de tubos de piel de la pared abdominal en cuyo interior se implantaba una costilla, que progresivamente se iba separando de la inserción abdominal hasta agregarle una nueva uretra. Los resultados obviamente no eran muy alentadores y a largo plazo estos implantes óseos o cartilaginosos terminaban siendo reabsorbidos.

Bogoras en 1936 realiza una de las primeras cirugías de este tipo con implante de cartílago de costilla, afirmando que era apto “no solo para orinar sino también para mantener relaciones sexuales”.

Otros avances diagnósticos

En 1940 Leriche describe la asociación impotencia – obstrucción arterial del cono aórtico.

Ese mismo año Halverson describe las erecciones espontáneas nocturnas en lactantes.

En 1944 Ohlmeyer las describe en hombres adultos entre 20 y 40 años.

En la década del 50 Aserinky y Kleitman reportan la existencia de movimientos oculares rápidos o “Rapid eye moviments” durante determinadas fases del sueño, que se denominarán por tanto “Rem” o “sueño Rem”, durante la fase uno del Electroencefalograma. Aserinsky notó también la asociación entre esta fase del sueño y aquellas erecciones nocturnas descriptas por Ohlmeyer. En la década del 60, Karacan reporta episodios de tumescencia y erecciones nocturnas asociadas al 80% – 90% de los períodos de sueño Rem en adultos sanos.

En la década de los 70, Jean François Ginestie, radiólogo francés, y Vaclav Michal, cirujano vascular checoslovaco, describen simultánea e independientemente arteriografías pudendas que confirman obstrucciones en pacientes impotentes.

En 1976 Karacan, estudiando 2000 hombres sanos entre 3 y 79 años de edad describe erecciones espontáneas nocturnas en todos ellos y concluye que el estudio de estas erecciones puede ser de valor en el diagnóstico diferencial entre las disfunciones eréctiles de origen psicológico y orgánico.

En 1980 Barry propone el stamp-test, en el cual se utilizaban estampillas postales que ajustadas en forma de anillo sobre el pene al acostarse, cedían por el troquelado al ocurrir la erección nocturna.

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Stamp-test

En 1982, el diagnóstico y tratamiento de las disfunciones eréctiles sufre un vuelco radical cuando el médico francés Ronald Virag (cirujano vascular), durante una cirugía arterial en un paciente impotente con gran espasmo arterial, inyecta papaverina, sustancia vasodilatadora derivada del opio, con el objetivo de eliminar el vasoespasmo que le dificultaba su trabajo de anastomosis, produciendo así una erección prolongada y dando inicio a una nueva época en el estudio de los mecanismos fisiológicos de la erección.

El propio pionero, Dr. Virag lo describe modestamente como “Una observación privilegiada”.

Es el comienzo de una nueva era. Creemos firmemente que la historia de la andrología tiene un antes y un después del descubrimiento del Dr. Ronald Virag, el verdadero pionero.

Es el inicio de otra historia.

Dr Jorge Di Iorio

Director de Androclinica

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