16 Ago La testosterona a travéz de la historia
Arnold Adolf Berthold (1803-1861), profesor de medicina de la Universidad alemana de Göttingen
La testosterona es una hormona que pertenece a un grupo de sustancias biológicas denominado esteroides androgénicos y es la principal hormona sexual masculina, determinante de los caracteres sexuales secundarios del hombre, el desarrollo de la masa muscular, pilificación y vigor, la libido (deseo sexual) masculina y moduladora de su erección. Es producida por los testículos.
Desde épocas inmemoriales y seguramente conocida de forma fortuita, la castración (ablación testicular) era utilizada por los pueblos primitivos tanto para facilitar la domesticación de los animales, aumentar el valor de sus esclavos como para castigar a los prisioneros enemigos.
En la mitología griega uno de los dioses primordiales (que no tenían padres) es Urano, uno de sus hijos, Cronos, confabulado con su madre Gea lo emboscan y lo castran con una espada de diamante arrojando los genitales al mar, de la espuma en la rompiente nacería Afrodita. El dios supremo era Zeus (asimilado al Júpiter de los romanos) padre de dioses y de los hombres, su esposa se llamaba Hera, reina del cielo y guardiana del matrimonio. De la unión con otras diosas y no diosas nacieron más de veinte hijos dioses y héroes de la mitología griega, como Atenea (asimilada a la Minerva romana), diosa de la sabiduría y la guerra, Ares (asimilado al Marte de los romanos) dios de la guerra, Apolo, dios médico de dioses y mortales, además de muchos otros. Afrodita (asimilada a la Venus romana) era la diosa de la belleza y el amor. Eros (asimilado al Cupido de los romanos), hijo de Afrodita, era el dios masculino del amor. Poseidón (asimilado al Neptuno romano) era el dios del mar. Hades (asimilado al Plutón romano) era el cruel e inflexible dios de los muertos, moraba no en el Olimpo sino en el centro de la tierra, equivalente al infierno. Era hermano de Júpiter y Neptuno. Los tres hermanos luego de derrocar a su padre, Cronos (asimilado al Saturno romano) se repartieron el cielo, la tierra y el reino de los muertos. Dionisio, también hijo de Zeus (asimilado al Baco romano) era el dios del vino y del placer, generalmente se le veía en la alegre compañía de ninfas, sátiros y centauros. Príapo, el dios de la masculinidad era hijo de Afrodita y Dionisio, portaba una erección permanente símbolo de potencia y fertilidad masculina. Cronos (Saturno) mutiló como ya vimos a su padre Urano, convencido por su madre Gea, en venganza por el envío de sus otros hijos los Cíclopes, entre ellos Polifemo, al centro de la tierra. Cronos será regidor del universo, hasta que es derrocado por su sexto hijo, Zeus (Júpiter).
En la Europa de la edad media la Iglesia Católica no permitía a las mujeres cantar en sus coros y por eso se empezó a recurrir a hombres castrados. A estos hombres se les retiraban los testículos antes de la pubertad, generalmente entre los 8 y 9 años de edad, luego de sedarlos, muchas veces con opio, lo que ya causaba no pocas muertes, algunos más morían por sepsis posquirúrgicas. Debemos recordar que las operaciones generalmente eran realizadas por barberos. Muchos de estos jóvenes que fallecían a causa de la intervención, o luego en su vida adulta, no se les permitía ser enterrados en lugares sagrados, los “camposantos”, por no estar “enteros”. Muchos más nunca llegaban a triunfar vocalmente, sino que terminaban llevando una vida sexualmente miserable a causa de esta mutilación.
La castración impide el desarrollo y la madurez de la laringe del joven, así como los cambios fisiológicos normales de la pubertad, aumenta el desarrollo de la faringe y de la caja torácica, dando como resultado una calidad de voz “celestial”.
Así, aunque las mutilaciones innecesarias contrariaban la ley eclesiástica, las castraciones con este fin, llamadas por algunos de manera mas académica “sopranizaciones”, debido a que podían llegar a niveles de soprano a mezosopranos, eran toleradas porque producían música “que honraba a Dios” y abastecieron durante muchos años los coros de las iglesias, especialmente de la Basílica de San Pedro.
En 1859 las tropas francesas ocupan Roma y convencen al Papa Pio IX a promulgar un decreto papal que proscribe la castración “musical”, aunque en la práctica no ocurrió totalmente. El último “sopranizado” fue Alessandro Moreschi, cantante de la Capilla Sixtina, muerto en 1922.
El castrado más famoso fue Carlo Broschi, mas conocido como “Farinelli”.
A todo esto, se desconocía la existencia de la testosterona y su responsabilidad en estos hechos, pero llamaba la atención a los investigadores de la época estas particularidades de hombres y animales castrados, que atribuían a fenómenos en relación con el sistema nervioso.
Recién en 1849 Arnold Adolf Berthold (1803-1861), profesor de medicina de la Universidad alemana de Göttingen realizó importantes observaciones trabajando con gallos y gallinas y utilizando un estricto rigor científico en sus estudios. Desde la antigüedad se conocían los cambios que la castración produce en gallos. Se achica su cresta y aumenta su cola, perdiendo agresividad e interés por las gallinas. Pero Berthold trasplantó testículos a estos gallos castrados y vio que se invertían estos cambios, crecía la cresta y disminuían sus colas nuevamente, volviendo a recuperar su comportamiento agresivo de machos, inclusive interesándose nuevamente y persiguiendo a las gallinas.
Como estos testículos reimplantados carecían de conexiones nerviosas los cambios debían ser producidos por sustancias químicas producidas por estos órganos y vehiculizadas por el torrente sanguíneo a estos órganos donde producían aquellos cambios. Pero lamentablemente las observaciones de Berthold no lograron interesar a sus colegas de entonces, los resultados de sus estudios fueron duramente cuestionados y olvidados por mas de cincuenta años.
Arnold Adolf Berthold
En 1889 un destacado fisiólogo francés y profesor de Harvard, el Dr. Charles Edouard Brown-Sequard, comunica un estudio muy poco serio y realizado con poco rigor científico de auto experimentación en el cual se inyectaba extractos testiculares de cobayo y perro preparados por él, con excelentes resultados. Refirió mayor fuerza y menor cansancio, se encontraba más trabajador y con un notable incremento de sus facultades intelectuales, inclusive relata la cura de su incómoda constipación crónica, aumentó la potencia del chorro de orina y mejoró su potencia sexual. Obviamente su trabajo despertó rápidamente el interés de la comunidad científica quizás por su mayor probabilidad de rédito económico.
Encorajados por los fabulosos resultados obtenidos por Brown-Sequard con sus testículos de perro, numerosos charlatanes y traficantes de testículos de diferentes orígenes y otros extractos aparecen y se multiplican en la primera mitad del siglo veinte, ofreciendo sus productos rejuvenecedores. Algunos cirujanos también se enriquecieron implantando testículos y extractos testiculares de diverso origen. Prontamente estos “tratamientos” mejoraban cuadros tan dispares como la impotencia, diabetes, tuberculosis, gripe, epilepsia, anemia y hasta la histeria femenina. Habían descubierto el “elixir de la eterna juventud”.
En 1903 Ancel y Bouin, en Francia reportaron que la ligadura de los conductos deferentes en el conejo causaban atrofia del epitelio seminal, pero con indemnidad de las células de Leydig, y en algunas circunstancias hasta hipertrofia. Afirmaban que en algunos animales llegaba a provocar incremento de la actividad sexual.
Basado en estas observaciones un médico austríaco Eugen Steinach, en 1920 realizó el procedimiento en toros y ratas seniles. Informó que estos animales rejuvenecían luego de operados y propone la “Operación de Steinach”, que obviamente consistía en vasectomía bilateral. Afirmaba que la vasectomía creaba una “presión retrógrada” sobre el testículo que estimulaba la producción de testosterona. También injertaba tejidos testiculares de dudosa procedencia a estos pacientes. Comunicaba mejoras eréctiles, de la eyaculación precoz y crecimiento del cabello. Dentro de su clientela se destacaron Sigmund Freud y William Butler Yeats.
Niehans, contemporáneo de Steinach, relataba a propósito de los resultados de estas cirugías: “El corazón se envigorece, el pulso se torna regular, mejora la circulación, se normaliza la presión arterial, cefaleas y vértigo desaparecen, mejoran el apetito y el metabolismo y desaparecen también los depósitos calcáreos en las arterias y articulaciones, la musculatura se fortalece y el andar es firme y erguido, el sueño se restaura y disminuyen las micciones nocturnas, las facultades mentales se reestablecen”.
Luego de Steinach y Niehans nadie alcanzó un suceso similar con estas técnicas, y lamentablemente para ambos, estos hallazgos no pudieron ser confirmados por otros investigadores y la vasectomía como técnica rejuvenecedora perdió crédito.
En los Estados Unidos, en 1913 Victor D. Lespinasse, un distinguido urólogo y profesor de cirugía genitourinaria de la Universidad de Northwestern, en Chicago, fue uno de los primeros en afirmar que la impotencia en hombres de mediana edad era debida a “falta de secreción interna”, intentando el aporte de extractos glandulares vía oral, sin mayor suceso. Finalmente, en 1918 publica la cura quirúrgica de la impotencia mediante el implante de testículo fresco. Su técnica consistía en una incisión del músculo recto, donde colocaba un trozo de testículo, y sutura posterior.
Los resultados tardaban algunas semanas y persistían tres meses, luego de los cuales el testículo se absorbía. Lo interesante es saber como Lespinasse se las arreglaba para obtener donadores. El y su paciente receptor esperaban la oportunidad de un suicidio o una ejecución para entonces proceder rápidamente (cuanto mas fresco el testículo donador mejor), a realizar el transplante, lo que no difiere mucho con las técnicas de transplantes de hoy, principalmente en la China.
Leo Stanley, médico residente de la prisión de St. Quentin, en California, también se interesó por transplantes testiculares, dedicándose a implantar testículos de prisioneros ejecutados en prisioneros impotentes, no necesariamente pensando en el beneficio de los prisioneros a su cuidado. Probablemente debido a la abundancia de donadores, publicó en 1922 los resultados de 1000 implantes testiculares en 656 pacientes, entre ellos 7 mujeres.
Afirmaba utilizar testículos animales como donadores. Refiere resultados casi milagrosos, obteniendo mejora en pacientes con cuadros tan dispares como problemas visuales, reumatismo, acné, diabetes, tuberculosis, senilidad e impotencia. Refiere también 11 fallecimientos. Nada menciona sobre las mujeres. Se trató sin duda de una de las experimentaciones menos éticas de la historia médica.
Afortunadamente investigadores serios seguían trabajando.
En 1905 Starling denomina “hormonas” a estas sustancias que transportadas por la sangre regulaban diferentes tejidos.
En 1926 Pezard y Caridroit, retomando los trabajos pioneros de Berthold implantaron la cresta de un gallo entero en la espalda de uno castrado y vieron que tomaba el aspecto de la cresta del gallo castrado, realizaron varios implantes cruzados y terminaron confirmando los hallazgos del alemán. La comunidad científica perdió 80 años mientras sus miembros menos éticos traficaban testículos y lucraban con ello. Basados en el concepto de “hormona” de Starling, denominan “hormonas testiculares” a estas sustancias.
En 1929 Funk y Harrow basados en estos descubrimientos dedujeron que dicha sustancia debería ser filtrada por el riñón y se abocaron a realizar diferentes concentrados de orina de gallos no castrados. Inyectaron estos preparados a gallos castrados y los mismos recuperaron luego de un tiempo el aspecto anterior. Denominaron a esta sustancia “hormona masculina”.
Motivados por el interés en la clase médica y los propios pacientes por estos productos, en la década del 30 las compañías farmacéuticas también entran en escena buscando sintetizar estos productos. Así los laboratorios Organon (Holanda), Schering Corporation (Alemania) y Ciba (Suiza) comienzan las investigaciones.
En 1931 Adolf Friedrich Butenandt en Alemania trabajando para Schering consigue por primera vez aislar una sustancia pura de un extracto de 16.000 litros de orina de policías teutones a la que denomino “androsterona”. Fue galardonado en 1939 con el premio Nobel de Química, compartido con Ružička, por sus trabajos sobre las hormonas sexuales, pero el régimen nacionalsocialista en el poder, le obligó a rechazar tal galardón, que finalmente aceptó en 1949.
En 1934 Leopold Ružička trabajando para Ciba consigue sintetizar la androsterona y solicita la patente. Compartirá por su trabajo el Nobel de química con Butendandt.
Ernst Laqueur aisló testosterona de los testículos de toro en 1935 trabajando para Organon.
A partir de entonces diferentes preparados de testosterona han sido sintetizados y tenemos hoy disponibles para los pacientes portadores de disfunciones sexuales (principalmente disfunción eréctil-impotencia y disminución del deseo sexual):
Los mas importantes en el mercado son: Testoviron ® (250 mg de enantato de testosterona inyectable).
Durateston ® (equivalente a 250 mg. inyectable de propionato de testosterona, fenilpropionato de testosterona, isocaproato de testosterona y decanoato de testosterona).
Proviron ® (25 mg. de mesterolona, vía oral).
DHEA ® (dehidroepiandrosterona, 25 y 50 mg vía oral) De efectividad inferior a los precedentes pero baja incidencia de efectos colaterales sobre todo a nivel prostático.
Nebido ® (250 mg. undecanoato de testosterona inyectable).
Otras presentaciones de Andrógenos:
Parches:
No tenemos experiencia. Se utilizan en Estados Unidos.
Geles de uso tópico: Andractin ® (dihidrotestosterona, andrógeno en gel alcohólico para uso externo). Se discontinuó su fabricación. Pobre efectividad.
Androgel ® (testosterona 1% en gel alcohólico para uso externo).